Si no eres capaz de recordarlo y sientes que necesitas ese descanso, debes cambiar ciertos hábitos. Descubre cómo aprender a desconectar del trabajo.

Casi un tercio de los asalariados españoles afirma dedicar gran parte de su tiempo libre a tareas relacionadas con su trabajo, según un estudio de Randstad. Incluso uno de cada diez reconoce no ser capaz de desconectar durante sus vacaciones. Sin embargo, todos sabemos lo importante que es tomar distancia para recargar energías y mantener la motivación en la oficina. Entonces, ¿por qué no somos capaces de desconectar del trabajo?

Cada día se repite el mismo patrón: salimos tarde, llegamos a casa y seguimos respondiendo emails y revisando alguna cuestión que ha quedado pendiente; y antes de ir a la cama repasamos mentalmente todas las tareas que nos estarán esperando al día siguiente sobre la mesa. Y el fin de semana ocurre lo mismo, sacrificamos nuestro tiempo de ocio para “adelantar trabajo”.

La desconexión es fundamental para liberar espacio mental y ayuda a reparar el estrés que origina el día a día en la oficina. Si hoy, cuando te vayas a casa, te olvidas completamente de que tu trabajo existe, mañana serás mucho más productivo. Y, en general, vivirás mucho más feliz y relajado.

Para desintoxicarte del trabajo y aprovechar más tu tiempo libre, debes empezar a cambiar ciertos hábitos y darte cuenta de que nada es tan importante como para que no pueda ser resuelto a la mañana siguiente.

Céntrate en lo que vas a hacer y no en lo que dejarás de hacer

Muchas personas no son capaces de desconectar del trabajo y cambiar su comportamiento porque solo piensan en lo que no podrán hacer, en lugar de en lo que sí harán. Es decir, cuando nos marcamos el objetivo de no trabajar comenzamos a pensar únicamente en frenar ese impulso. Y, sin embargo, pasa a un segundo plano de importancia todas las cosas que podremos hacer en ese tiempo libre.

Trata de elaborar un plan para distraerte y que evite que caigas en viejos hábitos. Por ejemplo, sesiones de entrenamiento personal entre semana o clases de idiomas. Estas actividades rellenarán el tiempo que antiguamente dedicabas a trabajar fuera de horario.

Es probable que, en algún momento, te invadan pensamientos relacionados con el trabajo. Ante ellos, trata de ocupar tu mente leyendo una novela o llamando a un amigo para charlar. Y si la preocupación es muy grande, coge un cuaderno y anota todo lo que pasa por tu cabeza en menos de diez minutos. En muchas ocasiones, compartir los pensamientos nos ayuda a soltarlos.

Evita las tentaciones

Igual que un fumador no guarda un paquete de tabaco en un cajón cuando está dejando de fumar; no puedes vivir pegado al teléfono o al ordenador cuando estás tratando de desconectar del trabajo. En tu mano está apagar todos los dispositivos… ¡así que hazlo! Es la mejor forma de evitar la tentación de mirar el correo, consultar llamadas o mensajes. Si tienes que encenderlo, te lo pensarás dos veces.

Define un espacio en el que el trabajo esté prohibido

Puede ser una habitación o un pequeño rincón de la casa, pero conviértelo en un espacio en el que solo harás cosas que te gusten y que no tengan nada que ver con el trabajo. Pues dedicarlo a leer, hacer yoga… Con el tiempo, se convertirá en tu propio refugio y lo asociarás al ocio. Cada vez que los pensamientos sobre el trabajo te invadan, entra en él.

Desconecta del trabajo y comprueba que no se acaba el mundo

Lo más importante para desconectar del trabajo de verdad es que estés convencido de que es posible hacerlo sin que ello provoque una gran catástrofe. La mejor forma que reducir la ansiedad del principio es que te expongas a esta situación de forma gradual. Empieza por pasar una noche sin mirar la bandeja de entrada, todo te estará esperando a la mañana siguiente. Luego trata de pasar un día completo del fin de semana. Y después, dos días enteros.

Verás que no pasa nada, que todo sigue igual y que algunos problemas consiguen resolverse solos sin tu intervención. Quizás alguna vez te pierdas algún correo importante o un trabajo se retrase, pero el mundo no se acaba ahí. Dale a cada cosa la importancia que realmente tiene.

Y, sobre todo, valora las energías y la sensación de bienestar cuando el lunes por la mañana llegas a la oficina habiendo desconectado todo el fin de semana. Con el tiempo, te harás adicto a esa sensación y te parecerá impensable coger el ordenador un sábado o un domingo.

Trata de cambiar estos hábitos y consigue, de una vez por todas, desconectar del trabajo.