Dicen que la primavera la sangre altera y lo cierto es que este dicho popular no van mal encaminado. Aunque nuestra sangre no sufre alteraciones, nuestro cuerpo y nuestro estado de ánimo en primavera no son los mismos. Con la llegada de esta estación sufrimos ciertas variaciones que pueden derivar en cansancio, melancolía o, todo lo contrario, exaltación y alegría.
Según Elisenda Pascual, psicóloga y terapeuta, comenta que “no sabemos si la sangre se altera, pero el sistema nervioso desde luego sí lo hace”. Y aunque no existen muchos estudios al respecto, está comprobado que la primavera es la estación que más nos afecta y tiene un afecto sobre nuestra respuesta hormonal y comportamiento.
¿Por qué nos afecta la primavera? La respuesta está, precisamente, en todo lo que nos gusta de la llegada de esta estación: el aumento de horas de luz, los cambios de temperatura… Según Eva Perea, terapeuta, estos fenómenos hacen que nuestro sistema hormonal comience a fabricar más cantidad de determinadas sustancias y eso altera nuestro estado de ánimo.
Los efectos de la primera no se manifiestan en todas las personas ni tampoco de igual manera. Sin embargo, sí que es bastante común experimentar pequeños cambios de ánimo que a veces son casi imperceptibles.
A nivel anímico, podemos experimentar los siguientes estados de ánimo:
Alegría y exaltación
Nuestro estado de ánimo en primavera puede resultar afectado positivamente: nos sentimos vivos, positivos, llenos de energía y más alegres que nunca. Nos inundan las ganas de hacer cosas, nos apetece salir a la calle, quedar con personas… y, en general, dedicamos menos tiempo a dormir.
Estas sensaciones tienen su origen en las hormonas. La primavera favorece la liberación de serotonina, dopamina, oxitocina… Todas están relacionadas con la felicidad, el placer y el alivio del estrés.
Astenia primaveral
El otro estado de ánimo que podemos sentir en primavera es totalmente opuesto: cansancio, falta de energía, dolores de cabeza, falta de memoria… Sentimos que necesitamos más horas de sueño y a veces nos inunda un sentimiento de soledad o tristeza que no sabemos explicar. Predomina una sensación de decaimiento general.
Las causas de la astenia primaveral se encuentran, también, en los cambios de temperatura y las horas de luz solar propias de esta estación. Estos provocan alteraciones en los niveles sanguíneos de algunos neurotransmisores y hormonas.
La luz del sol, por ejemplo, aumenta la liberación de melatonina que favorece el sueño. Y el calor reduce la presión sanguínea y el cuerpo consume cantidades importantes de energía y favorecen la aparición de sensaciones de cansancio, debilidad y somnolencia.
Estos síntomas no suelen durar demasiado, por suerte, y en cuanto nos adaptemos a la nueva estación volveremos a la normalidad. Una alimentación equilibrada, practicar deporte y dormir bien nos ayudarán a combatir ese estado de ánimo.
El cambio de estación siempre ha estado ligado a la alteración de los estados de ánimo; sin embargo, es la llegada de la primavera lo que más nos afecta. Sin embargo, como muchas cosas, todo pasa y nada es permanente. En pocos días, una vez nuestro cuerpo se haya adaptado, volveremos a sentirnos de nuevo nosotros mismos.